SEBASTIÁN MASQUELET
Colección Puro Barullo (2016)
Editorial Hormigas Negras
“Antípodas. Siempre quise estar en las antípodas. No me refiero a una idea política, a una mirada filosófica. Me refiero a inclinar la cabeza, medir con cierta imprecisión, clavar el dedo índice a ciegas y girar despacio el globo terráqueo para ver el lugar exactamente opuesto a donde uno está. Cuatro pasos necesarios para un juego tan frustrante como una batalla naval sin barcos.”
Esteban, el protagonista de esta historia, viaja más interesado en el paisaje humano que en el geográfico. Colgando trajes en Montreal, recolectando manzanas en Nueva Zelanda, esquilando ovejas en Granada o escribiendo poemas en un bar de Lisboa, se pone en la piel o en los zapatos de otros hombres.
Por momentos parece estar tan congelado que no siente compasión ni por las ovejas que clasifica para ser marcadas ni por la adolescente que se prostituye para pagar una hipoteca. Pero sí es capaz de someterse a la rutina de los otros, de los que tienen vidas ásperas y con muy pocas posibilidades o ninguna de elegir, y él, Esteban, un chico porteño que podría estar yendo al cine y a la salida a comer pizza con su novia, está recolectando manzanas y de pronto, cuando comienza a llover, descubre el ardor del agua en sus brazos lastimados por las ramas de los manzanos, y en la nieve de Canadá experimenta el fracaso y la inutilidad de su sistema para mantener los pies secos: bolsita en cada pie, luego la media, luego otra bolsita, y por fin la zapatilla.
Esteban cambia de ciudades, de países, de trabajos y en su recorrido, se encuentra con mujeres y hombres que emigraron, por motivos no siempre cristalinos, personas que construyeron una vida nueva y una rutina en algún punto del globo terráqueo, un punto que alguna vez pudo haber sido elegido así, girando el globo, por azar o tal vez por fantasía, por un sueño o por un conocido que emigró primero y décadas después, están tan vencidos, resignados o vacíos como pueden estarlo quienes aceptaron lo que el porvenir les ofrecía sin más. Esteban viaja y busca, toma micros, aviones, deja atrás personas con las que por unos días compartió mucho, que fueron casi familiares, amantes, amigos, compañeros de trabajo, de rutina, con quienes fichó, a quienes vio esperar la hora del descanso con ansia, con agotamiento, los deja atrás y sigue su viaje porque necesita respuestas o al menos una respuesta que tal vez esté en las antípodas, en algún lugar recóndito del globo, en donde pueda ponerse, como quién se pone una camisa nueva, una utopía.
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