“Me gustan las historias de mujeres rotas o que se están por romper o que quieren destrozar algo”
La autora de Las chicas malas no transpiran habla de sus procesos creativos y el surgimiento de los personajes que desarrolla en sus cuentos.
—¿Cómo fue tu acercamiento a la literatura? ¿Cuáles fueron los libros o los autores con los que te iniciaste? ¿A partir de qué estímulo?
—Vengo de una familia donde había libros en todas partes; baño, mesas de luz, auto, cocina, etc. Se leía mucho y en muchos lados. Y se leía muy ecléctico y sin prejuicios: desde clásicos hasta libros de coyuntura política, historia rusa o novelas americanas.
Mi acercamiento entonces fue de una forma no dogmática y teniendo al libro como un elemento de uso habitual en mi casa. Si estás aburrido lee, si estás triste lee, si estás contento lee, para estudiar lee, para dormir lee, si tenés un viaje largo nada mejor que leer. “Nunca va a faltar plata para un libro”, decía mi papá. Y además soy nieta de una profesora de literatura española con lo cual fui creciendo siempre cerca de un libro. Empecé con infantiles de todo tipo: Álvaro Yunque, clásicos de Robin Hood, colecciones infantiles, libros rusos para chicos, porque mi papá era comunista. Me enganché con los policiales clásicos en un momento breve de la adolescencia junto con autores latinoamericanos como correspondía a hijos de padres progres. Después empecé a interesarme por los autores norteamericanos y por los cuentos específicamente. Ahí me quedé un buen rato y seguí con casi todo lo que se me ponía adelante y me llamaba un poco la atención. Básicamente es lo que me sucede hoy con los libros.
—En relación con tu propia escritura. ¿Cuándo y cómo sentiste o tuviste la necesidad o el deseo de comenzar a escribir ficción? ¿Qué encontraste en ese camino?
—No puedo especificar un momento. Me recuerdo imaginando que escribía, pensando historias. Al final de la adolescencia definí que quería ser periodista, pero además escribir ficción. Creo que también en ese momento me acerqué a autores que aun hoy me resultan muy convocantes para escribir, esos que te hacen sentir que es fácil, que todos podemos hacerlo. Aunque obviamente sea mentira.
—Los cuentos de Las chicas malas no transpiran tienen algunas características en común: las voces femeninas internas, los pensamientos incorrectos, los miedos, las fragilidades. ¿Qué nos podés comentar sobre el surgimiento de cada una de las protagonistas? ¿De dónde te llegaron esas voces? ¿Cómo fue el proceso creativo?
—Me gustan las historias de mujeres por un lado y me gustan los personajes frágiles o que se quiebran en algún momento y ver ese proceso. Me gustan las historias de mujeres rotas o que se están por romper o que quieren destrozar algo en un determinado momento. Me gusta pensar qué sucede en esas cabezas en los momentos de quiebre. Estos relatos son de mujeres porque es un universo que me interesa particularmente y que también tiene que ver con mis lecturas. Me gustan mucho las cuentistas mujeres.
Algunas de las mujeres de mis cuentos surgieron primero a partir del tema; la vejez, por ejemplo, el aborto, la doble moral, las separaciones, etc. En otras historias aparecieron primero algunas imágenes: la nena en una pileta, la nena en un auto con su madre y en otras no tengo idea bien como nacieron.
Hace poco encontré textos míos de muy chiquita, algunos a modo de diario íntimo y otros en formato relato. El cuento me sigue pareciendo un lugar hermoso, de perfección, de tiempo preciso, de economía de recursos. El cuento es el lugar en el que me siento más cómoda y que al mismo tiempo me da más vértigo.
Andrea Álvarez Mujica
Foto: Alejandra López